Al norte de México se localizan grandes zonas donde el clima es seco, caluroso y llueve poco. A los sitios con estas características se les llama desiertos.
En el desierto hay una gran variedad de animales que lo llenan de vida, desde arañas y escarabajos, hasta pumas y serpientes. Pues bien, en este sitio habita el berrendo.
El berrendo es un mamífero vertebrado muy parecido al venado, de coloración blanca y café. Su cuello tiene dos manchas que parecen collares y su cara es alargada.
Debajo de sus orejas, los machos presentan una franja de piel negra que parece una "patilla", ésta produce un olor que sirve para atraer a las hembras en la época de reproducción o celo.
Los berrendos tienen crín, como los caballos, pero más pequeña, y cuernos que les crecen poco a poco a los largo de su vida. En las hembras son muy pequeños o no tienen.
Este animal se ha adaptado muy bien a las condiciones que caracterizan los pastizales desérticos, que es donde mejor se ha desarrollado.
El clima de estos lugares es extremoso, es decir, durante el día hace
muchísimo calor y en la noche el frío es muy intenso.
El aire que se respira es caliente y seco, además se producen ventarrones que levantan grandes cantidades de polvo.
Pero el berrendo no tiene dificultad para vivir en estas condiciones, pues lo proteje el pelo que cubre todo su cuerpo. Este es hueco y puede moverlo a voluntad, de esta forma lo acomoda a su antojo para refrescar o calentar su cuerpo.
En nuestro país existen tres tipos de berrendos: el peninsular, que vive en el desierto de Vizcaíno, al sur de Baja California.
El mexicano, que habita en el noroeste del estado de Chihuahua, y el
sonorense, que se encuentra al noroeste de Sonora, en el desierto de El
Pinacate. Este último es la especie más pequeña y de color más claro.
También hay berrendos en el suroeste de Canadá y en Arizona, al sur de los Estados Unidos. Es un animal que vive sólo en el norte del Continente Americano.
El berrendo se alimenta principalmente de plantas, es herbívoro y rumiante
como las vacas, que tragan el alimento entero y después lo devuelven de su
estómago a su boca para masticarlo poco a poco.
En el desierto crecen las plantas anuales, llamadas así porque su semilla germina cada año con la llegada de las lluvias del verano o invierno. En esta temporada abunda la comida para el berrendo y otros animales como el venado bura o el jabalí.
El resto del año, el berrendo se alimenta de las hojas y flores de árboles y arbustos como el palo fierro, palo verde, ocotillo y la choya.
El agua es muy escasa en el ecosistema desértico, pero el berrendo se ha adaptado a esta situación: toma el líquido que su organismo necesita de las plantas y frutos que come, rara vez bebe agua en forma directa.
Al igual que en la selva o el bosque, en el desierto existe un equilibrio natural entre plantas y animales. Es decir, dependen unos de otros para sobrevivir.
Por ejemplo, una rata canguro come hierbas o insectos, a ésta se la traga una víbora y a su vez esta última es devorada por un águila.
Así, el berrendo se alimenta de plantas y sirve de alimento a sus depredadores o enemigos naturales: el lobo, el puma, el coyote y el gato montés.
La mejor defensa del berrendo contra sus depredadores es la velocidad, es uno de los animales que corren más rápido en todo el mundo. Además, puede hacerlo durante mucho tiempo, manteniendo siempre la misma rapidez.
Otras defensas contra sus enemigos son su vista y olfato. Por la posición de sus ojos, a los lados de su cabeza, su visión abarca un amplio espacio de terreno, por lo que distinguen cualquier movimiento a gran distancia. Además, reconocen muy bien el olor de otros animales cuando éstos se aproximan.
Si algún berrendo siente que hay peligro, eriza el pelo blanco que rodea el área de su cola. Esta es una forma de alertar a los demás.
Los berrendos viven agrupados en pequeñas manadas, en las cuales hay un macho que domina a los demás miembros del grupo.
Cuando llega la temporada de celo, en el verano, entre junio y septiembre, los machos establecen un territorio del cual van a ser los "dueños".
El berrendo es un animal pacífico, pero en esta época es común que los machos peleen entre ellos por las hembras y el territorio. Cuando se enfrentan, rechinan sus dientes amenazadoramente.
En estos territorios se establecen con las hembras con las que se van a aparear. Los machos marcan estos espacios con sus orines.
Cuando los berrendos se han acoplado y las hembras quedan preñadas, la gestación de las crías dura aproximadamente ocho meses.
Generalmente nacen una a dos crías de berrendo, esto sucede a finales del invierno o principios de la primavera, entre febrero y abril, cuando las lluvias favorecen el crecimiento de la vegetación y el calor no es muy intenso.
La madre se come la placenta para evitar que el olor de ésta atraiga a los depredadores, ya que los pequeños berrendos son presa fácil de lobos y coyotes.
A las doce horas de nacidos, los berrendos son capaces de correr pequeñas distancias, aunque la mayor parte del tiempo se la pasan echados, ocultos entre la hierba, porque ésta es similar al color de su pelo y es muy difícil distinguirlos; así se protegen de los depredadores.
En la actualidad, por desgracia, quedan ya muy pocos berrendos en nuestro país, al grado que el berrendo sonorense está en peligro de desaparecer.
Hace mucho tiempo, antes de la llegada de los españoles, había berrendos en lo que hoy es Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Coahuila e incluso cerca del Valle de México.
Mas la cacería sin control desde tiempos de la Colonia, ha hecho del hombre el mayor enemigo del berrendo. Aunque desde 1922 está prohibido cazarlos, todavía muchas personas los buscan para obtener su piel.
La cacería de berrendos también se ha practicado para ahuyentarlos de los pastizales donde habitan, y utilizar esos terrenos para la siembra o la ganadería.
Nuestros antepasados conocían y respetaban al berrendo, admiraban su porte, su figura y la forma en que corría. Lo llamaban teotlalmazatl, que quiere decir "venado de la tierra de los dioses".
Los pápagos, habitantes del desierto de Sonora, llaman al berrendo cubida, que significa "venado que corre en lugares abiertos". Y precisamente hay un cuento que nos habla sobre los pápagos y este noble animal.
Se dice que cuando los pápagos decidieron vivir en el desierto tuvieron que caminar mucho, hasta que se encontraron un ojo de agua rodeado de choyas y cirios y se quedaron a vivir allí.
Pero se olvidaron de algo muy importante: hablar con el Señor del desierto para pedirle que les permitiera establecerse en sus dominios, por eso pronto hizo falta el agua y la comida.
Los pápagos comprendieron que habían hecho mal y pidieron perdón al Señor del desierto, quien les dio una oportunidad: los dejaría en el lugar donde estaban si alguno de ellos lograba atravesar el desierto en una semana.
De la prueba dependía la vida de la tribu, así que se reunieron los hombres más fuertes y valientes para decidir quiénes lo intentarían. Al otro día, muy de mañana, los que harían la prueba partieron en distintas direcciones.
Pero al mediodía muchos habían regresado derrotados por el intenso sol. Sólo uno de ellos seguía, se internaba más y más en el desierto; caminaba sin rumbo, no detenía su marcha.
Cuando el hambre y la sed lo habían vencido, sintió una sombra que lo hizo reaccionar. Enorme fue su sorpresa al ver frente a él un hermano berrendo que lo miraba fijamente. Sin saber por qué comenzó a seguir al animal.
El joven aprendió muchas cosas del berrendo, entre ellas a encontrar alimento y protegerse del sol, por lo que decidió quedarse con el animal por un tiempo.
Un día el joven sintió un fuerte viento y escuchó una voz que le decía:
—Puedes volver con tu gente, enséñales todo lo que aprendiste y diles que el Señor del desierto les permite vivir en sus dominios.
Así, el joven regresó a la tribu. Los pápagos se sorprendieron al verlo acercarse acompañado por un berrendo. No podían creer que estuviera vivo.
—El señor del desierto envió al animal que mejor conoce sus dominios para ayudarme —les dijo—. Ya no tenemos nada que temer, podemos quedarnos aquí.
La tribu esperaba que el joven se quedara con ellos, pero apenas terminó de hablar, un destello solar transformó al muchacho en berrendo. Así, los dos salieron corriendo hacia el desierto.
Por eso los pápagos respetan y admiran la ligereza y el porte de este veloz animal.