Sisibotari
Fue un respetado cacique Jova conocido en todo el país Opata que vivió desde finales del siglo XVI hasta mediados del siglo XVII. Sirvió como un importante intermediario entre los pueblos opatanos y los españoles, lo que ayudó a mantener la paz entre los dos pueblos durante su época. ("Sisibotari" significa, "El Gran Señor"). El padre Andrés Pérez de Ribas describió a Sisibotari como: "Era guapo y todavía joven, llevaba un abrigo largo atado a su hombro como una capa, y sus lomos estaban cubiertos con un paño, como era la costumbre de esa nación. En la muñeca de su mano izquierda, que sostiene el arco cuando la mano tira del cordón para enviar la flecha, llevaba una piel de marta que se estaba convirtiendo en muy grande ". [31]
Ópatas (Tegüinas)
Los ópatas –también llamados tehuimas o tegüimas– son un grupo étnico de indígenas mexicanos a punto de desaparecer como unidad étnica única diferenciada. Habitan en las montañas de Sonora y al noreste de Chihuahua, México. Forman parte de la familia yuto-azteca del grupo taracahitiano. Desde 1950 no se han registrado hablantes de su lengua y únicamente se conservan pocas frases aisladas. La lengua ópata pertenece, como el mayo y el yaqui, al grupo cahita
Distribución tribal La presencia ópata está documentada en las siguientes localidades, en su mayoría en el estado de Sonora, México:
- Arizpe
- Huépac
- Bacoachi
- Chinapa
- Banámichi
- Sinoquipe
- Baviacora
- Huásabas
- Oputo (hoy: Villa Hidalgo)
- Bacadehuachi
- Nácori Chico
- Bacerac
- Bavispe
- Huachinera
- Oposura (San Miguel Arcángel de Oposura)
- Cumpas
- Cuquiarachi
- Turicachi
- Tepache
- Fronteras
- Yécora
- Nacozari
- Arivechi
- Sahuaripa
Estudian el vínculo entre la cultura Casas Grandes y los extintos indígenas ópatas
· El análisis del entierro de una mujer momificada, hallado en una cueva de la Sierra Alta de Sonora, arroja luces sobre su origen étnico y su relación con la cultura Casas Grandes · A este estudio se suman hallazgos recientes en distintos sitios arqueológicos de la Sierra Alta de Sonora: arquitectura de adobe, terrazas, artefactos y material orgánico De acuerdo con los estudios realizados al entierro de una mujer momificada hallado en el interior de una cueva de la Sierra Alta de Sonora en 2009, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) deducen que corresponde a una integrante de los indígenas ópatas que habitaron la parte oriental y central de este estado, extintos desde 1950. Los restos óseos podrían pertenecer a una indígena conversa, posiblemente una curandera que falleció en el periodo colonial de Sonora (1617-1785) y fue llevada a enterrarla con sus antepasados: los casas grandes, que se asentaron en la región serrana del estado y al oeste de Chihuahua, cuya cultura se desarrolló entre 700 y 1450 d.C. El centro ceremonial fue Paquimé, sitio declarado Patrimonio Mundial desde 1998. El arqueólogo Júpiter Martínez Ramírez, investigador del INAH que registró el descubrimiento y titular del Proyecto Arqueológico Sierra Alta de Sonora, señala que este hallazgo confirma la continuidad de la cultura Casas Grandes en la tribu desaparecida de los ópatas. Al referirse a las características del entierro, el especialista recordó que fue hallado en el interior de una casa prehispánica de adobe construida dentro de una cueva de la Sierra Alta de Sonora. La mujer momificada de manera natural fue colocada dentro de un petate, amordazada y con los brazos cruzados sobre el pecho. La acompañaba una ofrenda compuesta por un recién nacido y una olla que contenía atados de agave y hojas de maíz. Estudios realizados en el infante indican que su cráneo estaba desarticulado en cuatro partes. En un principio se pensó que había sido sacrificado, pero al analizar el acomodo de las secciones craneales se advirtió que los restos fueron recuperados para ser colocados como parte de la ofrenda. Los elementos rituales del entierro femenino corresponden a los ópatas. El acomodo de sus brazos sobre el pecho es de índole cristiana, y portan una especie de manga larga, no usual en indígenas. A la par de las características del entierro, el arqueólogo advierte que el fechamiento de la construcción de la casa donde fue localizado corresponde al año 900 d.C., en tanto que el bebé y la cerámica asociada al año 1000 del periodo Viejo de Casas Grandes (700 al 1250 d.C.), de acuerdo con la datación hecha recientemente a los restos del infante. Dicha información hace suponer una reutilización del espacio para enterrar a la mujer ópata acompañada de elementos que se encontraban en la cueva desde esa época, con la intención de darle sepultura con sus ancestros.
“El fardo mortuorio habla de una continuidad de los grupos Casas Grandes con los ópatas. Esto es relevante porque uno de los grandes retos de la arqueología del noroeste de México es confirmar la prolongación de los grupos prehispánicos después de la reducción de indígenas por parte de los españoles”. A esta investigación se suman hallazgos recientes en distintos sitios arqueológicos de la Sierra Alta de Sonora que ofrecen nuevas luces para explicar el origen étnico, hasta ahora desconocido, de la cultura Casas Grandes. “Los descubrimientos han ocurrido dentro de una extensión de 10,000 kilómetros cuadrados de la vertiente occidental sonorense, por mucho tiempo sin investigar, donde a la fecha se han registrado 30 casas en acantilado y entre 40 y 50 asientos a cielo abierto. “Son asentamientos prehispánicos de arquitectura de adobe con características de la cultura Casas Grandes, similares a Paquimé: uso de puertas en ‘T’, elevaciones tipo camas, sistema constructivo de vigas con techo de zacate y vaciado de tierra. En esa región se han excavado dos cuevas con arquitectura de tierra: Cueva de Ochoa, donde se descubrió el fardo mortuorio, y Rancho la Cueva, y un par de sitios a cielo abierto en el valle de Bavispe y en la sierra llamada Puerto El Gato, respectivamente”. En Cueva de Ochoa se encontraron más de 450 terrazas donde se asentaron comunidades de organización social compleja. Se identificaron siete especies de maíz, entre ellas el reventador, y palomitas de maíz elaboradas en la época prehispánica. Bajo el piso de uno de los cuartos se descubrieron 50 artefactos de uso doméstico: dos bases en forma de dona para sostener ollas, un fogón, carbón, varas, flechas, enderezadores de flechas, cabellos, ollas quebradas y una cucaracha de río ensartada en un palito: “A modo de una brocheta, seguramente para alimentarse”. En Rancho la Cueva, junto a un arroyo grande, se halló un asentamiento de arquitectura de tierra con por lo menos cuatro montículos y entre 50 y 60 cuartos, algunos espacios aislados y la cueva con arquitectura que ha sido excavada, en cuyo exterior hay pintura rupestre de la cultura Casas Grandes. Los diseños son sencillos pero simbólicos, elaborados con pigmento blanco. En un espacio abierto de la cueva se descubrieron petrograbados con representaciones de vulvas y afiladores de hachas, herramientas usadas por mujeres ya que el afilado era un trabajo femenino. También se descubrió la base de un granero con decenas de hojas de agave completas y cuchillos mezcaleros de forma tabular elaborados a partir de lajas. Estos utensilios servían para cortar el corazón del agave, que después era cocinado y consumido como alimento rico en azúcares. Una de las conclusiones a las que ha llegado el arqueólogo Júpiter Martínez, es que las casas en acantilado no se edificaron de manera aislada como se pensaba, sino que forman parte de los asentamientos a cielo abierto donde también se construyeron terrazas para el cultivo del maíz, frijol y calabaza. Lo que aún no se ha podido definir es quiénes vivían en las cuevas y quiénes en los espacios abiertos. El material orgánico hallado en las cuevas de la sierra de Sonora, subrayó, constituye un tesoro de información invaluable que apenas comienza a considerarse en los estudios arqueológicos de la cultura Casas Grandes. Las investigaciones continúan para tratar de confirmar si los grupos ópatas fueron los constructores de aquella sociedad organizada que habitó las cuevas de la Sierra Madre Occidental, hoy reconocida como la autora de Paquimé.
El linaje indígena de guerreros fantasma
Poco se ha hablado sobre el origen de esta etnia indígena radicada en las montañas de Sonora y el Noroeste de Chihuahua. Los indígenas ópatas (que significa “gente hostil” o “enemigos”, en la llamada lengua prima de Sonora), son un linaje indio a punto de desaparecer. A pesar de que figuran como uno de los principales linajes de Aridoamérica –junto a etnias como los tarahumaras, los yaquis y seris– su historia es casi fantasmal, pues tan solo a finales del siglo pasado se contabilizaron oficialmente a unos 5000 miembros de su cultura y hoy se sabe que es casi nulo el número de ópatas que todavía hablan sus dialectos originales –entre ellos el eudeves, los jovas y los ópatas propiamente, que además se encontraban catalogados en tegüis, tegüimas y cogüinanchis, sahuaripas, hímeros, y guasabas– que hoy hablan español. Conoce a los ópatas, el linaje indígena de guerreros fantasma Considerados como uno de los principales linajes de Aridoamérica –junto a etnias como los tarahumaras, los yaquis y seris– la existencia de los indios "ópatas" hoy es casi un misterio. ópatas Los ópatas ocupaban gran parte del territorio sonorense, en lo que es el centro y el oriente del estado. Si bien su alimentación se encontraba basada en la agricultura y la caza con arco, este linaje no se concentró en emprender extensos viajes en busca de comida, com así lo hicieron los yaquis. Tampoco figuraron notoriamente en las artesanías auténticas. Sin embargo, una de sus cualidades más portentosas fue sin duda la realización de una sociedad guerrera basada en la formación militar y el uso de armas. Como mencionamos anteriormente, los ópatas estaban constituidos de varios linajes (quizás los más importantes los teguimas, eudeves y jovas), por ello llegaron a contabilizarse en unos 60 mil habitantes. A la llegada de la expansión española, fueron la única tribu que estableció nexos directos con los europeos, mismos que habrían considerado a estos indios como fieles cristianos y guerreros admirables, ya que que aprovecharon importantes ventajas con los conquistadores para lograr autonomía y respeto a sus tradiciones culturales y políticas, bajo una estrategia militar poco usual en otras tribus indígenas. A pesar de su notoría militancia, los indígenas ópatas casi han desaparecido por completo en la actualidad. ¿A dónde se fueron? ¿Cuáles fueron las razones de su hoy fantasmagórica presencia? Al respecto el antropólogo David A. Yerman, nos dice que entre epidemias, alianzas duraderas con los españoles y división de su tribu por ausencia de hombres en su pueblo, lenguas y territorios siempre distintos y una cultura poco estable, los ópatas se diluyeron. Sin embargo también nos advierte de una manera poética que “los ópatas siguen ahí. Todavía están entre nosotros, ocultos. Están por todas partes”, tal vez en una especie de espíritu en guerra constante que hoy se acentúa, curiosamente y con mayor énfasis, en el norte de México
Ópatas, la verdadera Historia
Opata está documentado en los registros históricos de las acciones militares y gubernamentales de España y Francia.[2] En el momento del primer contacto con los españoles a mediados del siglo XVI, la Opatería era una tierra de "sin estado conformado", una serie de pueblos agrícolas independientes, dispersas por los valles interiores del Sonora y otros ríos. Hubo al menos 5 estados de Opata y otros 4 que fueron Opata-Pima mixto. [7] Las pueblos Opata tenían poblaciones varios miles de personas, y consistían en pueblos rodeados de viviendas dispersas, y tierras de cultivo de regadío en las que los Opata cultivaban maíz, calabaza, frijoles y algodón. [8] Los Jova, sin embargo, eran personas más dispersas, que vivían en terrenos más accidentados y dependían más de la caza y la recolección que los otros grupos Opata. [9] Los Opatas están ligados con las rutas de intercambio que emanan de Casas Grandes y Cuarenta Casas, en el occidente de Chihuahua. Desarrollaron técnicas de cultivo con riego y represas en la zona serrana de Sonora, donde antes de la llegada de los europeos, ya vivían en comunidades consolidadas, algunas divididas en barrios con casas permanentes de adobe y cantera, donde se producía, almacenaba e intercambiaban excedentes de maíz y otros alimentos, mantas de algodón, productos a base de palma endémica, turquesa, concha, alfarería y otros productos suntuarios de la región. Los Opatas confinan en las regiones hoy conocidas como Sureste de Arizona junto a los Apaches, al Noroeste de Sonora colindando con los Tohono O’odham y Akimel O’otham (Pima), al Centro-Sur de Sonora con los O’ob (Pima Bajo), Tepehuanes y Yoeme (Yaqui), al Suroeste con Yoreme (Mayo) y Guarijíos y al Noreste de Sonora/Noroeste de Chihuahua con Rarámuri. Las estimaciones de población para Opatería en el momento del contacto español oscilan entre 20,000 y 80,700[102], con la mayoría de las estimaciones más cerca de la cifra más alta. La información sobre el descenso de los Eudeves y Opatas está calculada en base al número de indios que habitaban en las misiones, sin tomar en cuenta las migraciones al exterior de las mismas. Se tienen reportes de Opatas que decidieron separarse para instalarse en los asentamientos españoles como los reales de minas, o bien para vivir independientes fuera de todo yugo europeo. Los Opata fueron de hecho muy importantes para la historia de Arizona, dadas sus contribuciones como individuos en el desarrollo de eventos históricos en esta región. Ellos sirvieron como asistentes en los sitios de la misión, ilustrando el comportamiento apropiado para el O'odham local y asistiendo a los misioneros. Ellos sirvieron como exploradores y auxiliares en el ejército, desempeñando importantes papeles en la historia del presidio Santa Cruz de Terrenate. Los Opata como grupo también eran poderosos militarmente o, al menos, eran excelentes guerreros. .
Es importante recalcar que durante el Porfiriato, los Opatas fueron removidos de las pocas tierras con las que contaban porque era visto como algo que debía de desarrollarse para producir capital y así impulsar al país México. Los Opatas dadas las circunstancias a través de los años han ocultado su identidad como los criptojudíos. .
Familias que Integran la Nación Opata
Aivinos Aritzpas Babîcoris Bacabachis Bacadêguachis Baceracas Bacoachis Banâmichis Batucas Basiroas Babispas Caüinachis Contrias Cucurpas Cumuripas |
Guachineris Guâsabas Güepacas Imeris Jobas Jobales Movvas Nacameris Nâcoris Tepupas Toapas Topahuis Uris Nuris Obatamas |
Quicamopas Opothus Potlatihuas Saguairipitas Sisibotaris Sobas Suaquis Tehuimas Tegüimas Soris Tehuinachis Tehuis/Tegüis Tehuizos Teparantanas |
- GRACIAS A EDGAR GARCIA ROSAS
- Miembro
- Consejo | Nación Opata
Las lenguas opata son lenguas aglutinantes. También se les conoce como Tehuima / Teguima / Tehui, Sonori, Dohema, Ópata, Mineral, Hure, Hegue, Hegui, Jova / Joval, Aivino, Eudebe, Isoribe, Ocorini e incluso Tehueco. La lengua materna distante Proto Uto-Aztecan constituye el origen más remoto conocido por los académicos. Más tarde se cree que fue influenciado por los idiomas de las lenguas del sudoeste de los Estados Unidos y el náhuatl. .
La Lengua Hoi-ra-ua es tan musical como al tarasca, tan sonora y filosófica como la náhuatl, than propio para la versificación y la poesía, como la quechua, tan rica y variada en elementos mórficos de gran precisión como la cakchiquel, tan interesante para el estudio de la arqueología prehispánica de México como la maya; pero tiene cualidades que no han sido suficientemente estudiadas, como son, entre otras, la riqueza de su sinonimia respecto de voces de especial interés para el estudio de las ciencias biológicas. Ya que pocas lenguas indígenas tienen tan variada en interesante nomenclatura para distinguir variedades de especies de plantas y animales[27]...
Historia Opata - ES
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